El debut (y despedida) de esta agrupación es un producto agridulce.
SAM VALDÉS LÓPEZ
Es complicado cuando uno tiene que retractarse de lo que dice, pero a diferencia de lo que decía hace unas semanas, el destino de Wet Nuns es menos feliz de lo que parecía.
No me meteré mucho en amarillismos; la banda simplemente anunció que se retiraba después de la gira actual, dejando como legado un EP casero, un par de sencillos, un EP en acetato y un disco debut y despedida, que llega a encapsular lo que la banda fue.
Esto se le agradece tanto a Wet Nuns, que al menos logró mantenerse unido durante la grabación, como al colmillo del productor Russ Orton, quien siempre ha logrado capturar a las más estridentes bandas de Sheffield y sus alrededores (ver: Drenge, Dead Sons.)
El disco empieza con “7 Year Itch” e inmediatamente me doy cuenta que no es una situación en que las canciones que previamente habían estado disponibles fueron simplemente añadidas de nuevo al disco (que ha sucedido con otras bandas). Al contrario, las cinco canciones “recicladas” son nuevas versiones, con excepción de “Broken Teeth”, del EP más reciente.
Primero hablo de las recicladas: “7 Year Itch” se siente un poco más lenta, lo que permite que se entiendan más las letras y que las partes técnicas resalten un poco más, en vez de ser una vorágine de notas. “Heavens Below” parece haber cambiado de escala, dejando un poco el juguetón valemadrista original y siendo un rock más directo.
“Don’t Wanna See Your Face no More” perdió un poco de la crudeza original bluesera que tenía, aunque el final sigue siendo excelente. “Throttle” sigue siendo cruda y agresiva, como hacer gárgaras con tezontle. Los momentos sludge son apreciados, dándole un poco más de obscuridad a la canción. “Broken teeth” siempre se me ha hecho una pieza acompañante a “Heavens below” y sigo sin cambiar de opinión. Oportunidad perdida de añadir u otra canción o re-grabarla.
“Hanging” ha sido el sencillo que la banda estuvo promocionando en este disco y extrañamente, es la canción donde más se liberan de sus influencias, tocando quizás un poco más en el terreno de sus contemporáneos de Leeds, Black Moth, han estado trabajando en vivo. El negro se torna gris y podemos ver de reojo lo que la banda pudo haber hecho en un ahora imposible segundo disco. Ese final un tanto doom es deleitable.
Es curioso (mas no fortuito) que “Only Sometimes” le siga a “Hanging”. La introducción con lluvia y las solitarias notas de guitarra muestran otro lado de Wet Nuns que casi no habían mostrado. Por momentos parece la arquetípica balada de metal ochentero; pero no, ofrece otro vistazo a lo que el petateado segundo disco pudo ser.
“No Money Blues” cierra la jornada, con un sabroso ritmo lento, aderezado por los trancazos de Alexis Gotts a la batería y la aguardentosa voz de Robert Graham. Y no, no me olvido de “No Death”, la canción que dejo al final porque era la que mejor representaba la química que tenía Wet Nuns en vivo, el acto de uno-dos que tan bien se apreciaba pero que ahora se encuentra con un pie en el panteón de las bandas.
El hola y adiós de esta banda es un producto agridulce: Por una parte, se agradece que canciones que siempre prendía en vivo como “No Death” finalmente tengan una versión grabada, pero también queda en mente que esta banda voló como Ícaro y, entre broma y broma, una dura verdad se asoma.
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