ALEJANDRA HERRERA
Después de escucharlo en la sala de cine hay que volver a hacerlo con los audífonos puestos.
El compositor estadounidense Thomas Newman entrega un gran álbum de música instrumental contemporánea y no solo el score de uno de los dramas cinematográficos que llamarán más la atención durante esta temporada.
El álbum es una muestra de que pueden musicalizarse escenas típicas de suspenso y tensión sin abusar de las percusiones y cuerdas con énfasis. En su lugar, se escuchan piezas delicadas y elegantes, de diversidad tímbrica, así como la aparición repentina de loops y sonoridades sintéticas, lo cual ayuda al espectador a situarse en un momento actual.
El resultado en la maestría musical de este score se debe al vasto trabajo de Newman. Algunas de las películas destacadas que le ha tocado musicalizar son: American Beauty, WALL-E y Cinderella Man; tres filmes que tienen tramas muy distintas entre sí, lo cual demuestra la versatilidad creativa de este compositor, capaz de entregar obras que no caen en los clichés de la sonorización cinematográfica.
Aunque la mayoría de los tracks que conforman este álbum son de una duración breve, tienen la suficiente complejidad y variedad estética para mantener atento al escucha, esté viendo o no la película. Y es que este disco se aprecia bastante aún sin tener alguna referencia visual o textual del filme.
La recomendación para el público es involucrarse en esta historia cinematográfica, escuchar y ver con atención, y después, con audífonos puestos, volver a disfrutar de esta obra de la música contemporánea.
Destacan: “Phantom Witness”, “Indiana”, “Never On Pavement”, “Light A Match”, “Twenty Degree Bend” y “Aye Of Knute”.
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