ALEX CASTRO
Quería estar al tanto de la maravilla que dicen que es la nueva placa de Vaya Futuro, así que la escuché tres veces. Cuatro mientras escribo esto.
Hace un par de años (poco más, poco menos) mi colega Cristhian Silis fue la primera persona que me habló de ellos. Incluso me mandó una nota que me reservé de publicar, luego de escuchar aquellas primeras canciones de la banda, que en aquellos días aún se llamaba Celofán.
Cada tanto escuchaba por ahí a alguien mencionando a la banda, en algunas ocasiones con frases acompañadas de elogios desmedidos como que “son lo mejor que le está pasando al rock de México”. Y seguía sin entender por qué, hasta que hace unas horas me llegó el segundo disco de la agrupación, mientras veo que medio mundo –es un decir– sigue hablando maravillas de ellos.
Pues bien, este Perro Verde y Triste le hace honor a su nombre. Con claros devaneos entre el shoegaze y la melancolía autocontemplativa, los nueve tracks que conforman la nueva grabación me hacen buscar con lupa dónde está lo fresco o novedoso que tanto se alardea.
Encuentro, eso sí, tracks ambientales, casi etéreos como “Distimia”, “Auralado”, “Fisura” y “Piel”, ideales para inyectarse atole en las venas y esperar una muerte lenta. “Libélula” y “201” son quizá los momentos más interesantes y enérgicos, al incorporar una buena dosis de kraut, aunque terminen recordándome a lo chilenos Föllakzoid.
Y es que en Latinoamérica (por no hablar del mundo entero) llevamos ya varios años escuchando todo tipo de apropiaciones y reinterpretaciones del rock alternativo, el shoegaze y similares, en algunos casos con propuestas realmente sólidas y destacables, como es el caso de los chilenos Adelaida, los mexicanos The Exils o los costarricenses Las Robertas, por mencionar solo tres.
No es que ya no haya espacio para otra banda, o que nadie más pueda intentarlo (otra vez), pero por lo menos a mí sí me quedan a deber en estilo propio y originalidad. ¿No lo creen? Pónganle estas canciones a cualquier seguidor de The Lucid Dream o True Widow -por no citar a ninguna vaca sagrada del género- y pregúntenle qué opina.
Este can es, efectivamente, verde y triste. Lo cual no quiere decir que tenga moquillo o rabia, y mucho menos que haya que sacrificarlo. Solo quiere decir justamente eso: que es un perro verde y triste. Deberían sacarlo a pasear.
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