NICO GONZALEZ
“Poco menos que una maravilla” me dijeron sobre el último álbum de Kanye West, y la verdad es que sí. Me dispuse a desarmar los argumentos, pero me resultó imposible. La Vida de Pablo es una catarata literal de hits.
También es verdad que no lo sigo a West, me refiero a su vida privada, o a su parte más relacionada con la farándula. Pero tengo que reconocer que, como diríamos en Argentina, Kanye “tiene todo lo que quieren las guachas”. Su figura concentra lo que los medios y el público desean. Una rara coincidencia que la industria nunca deja pasar.
Aunque aceptando el hecho de que The Life of Pablo posiblemente será uno de los discos de este año, también he reflexionado sobre algo que se viene diciendo pero que es difícil de asimilar. Me refiero a la “durabilidad” de las canciones actuales. Si este disco hubiera salido a principio de los noventas, es obvio que no alcanzaría el mundo para el éxito que hubiese obtenido.
Hilando más fino, creo no exagerar si digo que Kanye West es hoy, lo que Michael Jackson fue en Thriller, o lo que Boy George y Culture Club fueron en Kissing To Be Clever. Sin embargo, me cuesta pensar que, no en treinta, sino en cinco años, alguien esté escuchando The Life of Pablo.
Y con esto no quiero decir que el disco sea malo, muy lejos está de serlo e insisto, posiblemente sea uno de los mejores de 2016. Sin embargo no hay quiebre, no hay sobresaltos, y casi ninguna canción tiene el potencial para establecerse en el inconsciente colectivo de una generación que aparece bombardeada por la inmediatez y el exceso de contenido.
También es cierto que hay cientos, miles de personas haciendo esta música, y es verdad que seguramente nadie la haga como Kanye West, aunque también es verdad que nadie posee los recursos que él tiene.
Hace ya varios años años que el rap y el hip-hop dejaron de ser rap y hip-hop para convertirse en pop, y en todo ese tiempo han salido maravillas del género. De Notorious B.I.G. a Snoop Dog, pasando por 50 Cent, Tupac y muchos más. Sin embargo, creo que hasta este disco nadie había logrado llegar tan alto en este concepto. Y West lo logró. La Vida de Pablo es un disco altamente pop, incluso superando a los trabajos anteriores del propio West.
Con un inicio lento y sensible, The Life of Pablo arranca con espíritu gospel y una simpleza que conmueve, para luego ponerse sexy con “Father Stretch My Hands Pt 1”, de fuerte connotación soul. De hecho, se podría decir que el disco entero tiene una fuerte influencia de la “música clásica negra” y que a la vez se corresponde con las tendencias actuales de sonido minimalista y de voces ultra trabajadas.
El humor y el sarcasmo por supuesto ocupan un lugar preponderante en la obra, supongo que un rasgo inseparable de la personalidad de Kanye, llegando a puntos altísimos por ejemplo en la genial y autodedicada “I Love Kanye”. Por el lado de los sonidos rap clásicos, el disco posee joyas como “No More Parties in LA” y “Facts”, que da rienda suelta a la lengua insaciable y al cuento prolijo y audaz.
The Life of Pablo es un disco más interesante desde lo lírico y desde su contexto que desde lo exclusivamente musical, que sin embargo es destacable por su excelente producción.