MAURICIO “MICRO” ESPARZA OTEO
Están a punto de cumplirse diez años de la salida de A Casa Voy, un EP que fue importante para mí. Furland fue la banda, digamos de la generación MySpace, que más me llegó, con su sonido folk espacial y su inocencia. Para mí fueron como un oasis en el desierto, ya que dejaban ver un futuro muy colorido para el indie pop local.
Además, por azares del destino conocí a sus integrantes; cuatro niños talentosos y muy distintos entre sí, con quienes hice química inmediata e incluso acabé ayudándoles a diseñar la portada que ellos tenían en mente. Un tiempo después vino a mi casa Carlos, el bajista, para enseñarme el demo que había hecho Sergio, el vocalista, de lo que sería su primer álbum: La Historia de la Luz.
Inmediatamente quedé maravillado por ese trabajo, pues es uno de los mejores demos que he escuchado; era sumamente potente y tenía la inocencia de aquel primer EP, pero con mucho más fuerza y experimentación. De hecho fui yo quien se lo enseñó a Meme (Café Tacvba), quien, de hecho, acabó produciendo y editando el álbum. Para La Historia de la Luz también me invitaron a participar en el diseño gráfico… Pero paralelamente a esto, por ahí de 2008, surgió Silva de Alegría, que no es otra cosa que el proyecto paralelo de Sergio Silva, el vocalista, guitarrista y compositor de Furland.
Y como suele ocurrir en este tipo de propuestas, los músicos pueden hacer exactamente lo que ellos quieran, porque se liberan de los compromisos que supone una banda o un compañía de discos, y tienen el control total del proyecto, sin tener que dar explicaciones a terceros.
El Silencio de la Tierra es un trabajo precioso, de lo mejor que ha hecho Sergio. Bien podría ser un ejemplo perfecto de lo que decía anteriormente, es decir: un proyecto donde el artista se explaya, experimenta, se mueve libremente y logra expresar el estilo natural que lo caracteriza: un sonido pop, folk, barroco, de intrincadas melodías, instrumentación y bien producido que expresan cabalmente todos los valores que sabemos que él lleva por dentro desde siempre.
Y lo mismo me sucede con las influencias. Acá están más claras que nunca, desde Brian Wilson y los Beach Boys, hasta Nick Drake, The Free Design, Van Dyke Parks y Burt Bacharach. Si llegara una hada madrina y con su varita mágica convirtiera la música de Silva de Alegría en una persona, sería él mismo, aparecería Sergio Alfonso Silva Hernández.
Después de diez años las cosas han cambiado, mucho. Furland se convirtió en un referente, muy pronto dejaron de ser niños y cada uno tomó su camino. Sin embargo, el proyecto Silva de Alegría aún conserva aquella inocencia. Aquí puedo seguir disfrutando al niño callado, pequeño e introvertido que me ha cautivado desde mediados de los dosmiles.
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