ESTEBAN CISNEROS
Sgt. Pepper, el álbum para gobernar a todos los álbumes, cumple 50 años en 2017. Curioso: justo en una época en la que el disco de larga duración significa poco en el canon pop del mainstream.
Y regresa –como casi todo en la discografía Beatle, que cumple cíclicos retornos que obedecen a la mercadotecnia, la nostalgia, la importancia histórica, la maldita música sin fecha de caducidad de los mariachis de Liverpool, a veces todo a la vez– con un ímpetu avasallador, tanto que resulta imposible ignorarlo.
Bill Drummond, grande, echaba la culpa a Pepper (y no era el único): decía que era el mamotreto que había matado al pop, ese formato de singles y canciones de tres minutos para la radio. Y argumentaba que había inaugurado una época de pomposidad progresiva y pretensiones pajeras.
El disco que alguna vez fue considerado arbitrariamente por cierta revista como “el mejor de todos los tiempos” está aquí de nuevo, actual como en 1967, con su portada colorida y su imaginario victoriano, para intentar contradecirlo.
Y es que, de la mano (y oídos) de Giles Martin –hijo del celebérrimo George, productor original de The Beatles– Sgt. Pepper vuelve a los estantes de las tiendas y debuta en las plataformas digitales con una nueva mezcla pensada para deslumbrar a las nuevas generaciones y rellenar de euforia a las viejas. Eso en su edición austera, pues hay mucho Sargento Pimienta para este verano, como en aquel mítico de hace medio siglo: para todos los gustos (y bolsillos).
Hoy no toca hablar del fenómeno Pepper ni de las historias –personales o colectivas– que surgen del militar más condecorado del pop. Sino de las nuevas ediciones, cuáles hay que tener, qué diferencias hay con la edición original. Porque si te gusta la música pop, hay que estar al tanto de este álbum. Va.
CD 50 aniversario / Versión digital
Doce famosérrimas canciones (y un reprise del tema principal) componen este disco de portada inconfundible y parodiable. Conocidas son. Versionadas, ni se diga. Es una colección casi impecable de rock barroco y lisérgico. Cuántas ediciones no hay del disco. ¿Por qué volverlo a comprar, aunque sea en su versión más austera?
Porque suena tremendo. ¿Mejor que en ediciones anteriores? Depende. Si tienes el CD de 1987, definitivamente sí. Si tienes un vinilo en monoaural, estás escuchando justo la mezcla que supervisaron los Beatles. Pero en 1967 había pocos aparatos estereofónicos, por lo que se le puso poca atención a la mezcla en estéreo.
No es que ésta sea mala: si tienes un disco de vinilo o el CD de 2009 sabrás que suena bien, pero esta nueva mezcla de Giles Martin refuerza todos los aspectos: las voces aisladas en un parlante o los sonidos que parecían lejanos en la versión original acá están nivelados; el bajo de McCartney suena tremendo, todos los exóticos instrumentos están en su lugar (“Within You Without You” y “A Day In The Life” son incluso más fantásticas) y, como en el vinilo mono tocado en un buen equipo, parece que la banda de corazones solitarios está tocando en vivo en tu habitación. Así de bien suena.
Si quieres traerlo en tu dispositivo móvil, asegúrate de tener unos buenos audífonos. Si adquieres esta versión en CD, el folletín es una adición magnífica, pues además contiene fotos alternativas de la portada.
Vinilo doble (180 g.) / CD doble
Además de la nueva mezcla, esta edición contiene un disco extra con tomas alternas (y el CD, con las flamantes versiones estéreo de “Strawberry Fields Forever” y “Penny Lane”). Se ha cuestionado mucho si son auténticas, pues Giles Martin pudo haber manipulado la edición juntando dos o más tomas en una sola canción.
Más allá del purismo, estas outtakes suenan increíble y, para los clavados, son un gran primer paso para profundizar en el proceso de creación y grabación de un disco emblemático. Y más allá: se puede estudiar con claridad y gran sonido cómo surge una buena canción, porque los bocetos de los Beatles a veces son tan interesantes como la obra definitiva.
Grupos jóvenes allá afuera: escuchar estas sesiones es más que recomendable. Las canciones se construyen como casas, la inspiración es trabajo, la experimentación no es necesariamente divagación. Entonces se tenían solamente cuatro canales de grabación y se obraban maravillas. Hay que darle una escucha atenta. Clavados, curiosos y nerds: no es suficiente con el material que aparecía en Anthology 2 (1995), por lo que este disco va a ser necesario para sus colecciones.
Collectors Anniversary Edition
Un lujazo esta edición de seis discos compactos. Además del contenido de las dos ediciones de arriba, hay más outtakes (en orden cronológico y con un sonido excelso; a veces da la impresión de estar en la misma cabina del estudio 2 de Abbey Road), la mezcla monoaural original remasterizada (una belleza, considerando que esta versión es la que aprobaron los Beatles), la versión mono de “Strawberry Fields” y “Penny Lane” según salió en Estados Unidos para Capitol, una nueva mezcla en 5.1 de todo el álbum (hay que tener el equipo pero como con Love de 2006, es toda una experiencia) y una versión 4K restaurada del documental The Making of Sgt. Pepper de 1992 y de los videoclips grabados a inicios de 1967 (“Fields” y “Penny Lane”) y durante la grabación del disco (“A Day In The Life”).
Por si fuese poco, hay pósters, facsímiles (destaca una réplica del afiche victoriano que inspiró a Lennon a escribir “Mr. Kite”, y vaya que la historia de Pablo Fanque es interesante), los cut-outs que aparecían en el álbum original, una vistosa portada en 3D y un libro de 144 páginas. Es un artefacto pop en toda su extensión. Es caro, pero también es una pieza de museo particular. Es un disco histórico que sabe que lo es y se engalana para volver a ser comentado. Para obsesivos, fanáticos y estetas. Impecable.
Veredicto final
hay que hacerse de una versión de Pepper, la que el bolsillo, el tiempo o las ganas alcancen, y escuchar. Ya sea como documento histórico, como máquina-del-tiempo-para-melancólicos, como libro de texto del rock, como novedad, como curiosidad o como un interesante experimento en audio (los clásicos de la literatura lo son porque admiten muchas lecturas; ergo, sí hay clásicos musicales) hay que visitar el álbum para gobernar todos los álbumes y desearle feliz cumpleaños. Mínimo.
C/S.
[…] Veo Odessey and Oracle como uno de ésos discos en donde el pop es mucho más que simples canciones de tres minutos (aunque son canciones de tres minutos). ¡Y me desconcierta que no haya tenido éxito! Quizás se debe a la sobresaturación de discos similares que hubo después del fenómeno Sgt. Pepper… […]