ESTEBAN CISNEROS
“Es que ahora cualquier cosa es punk”, me dice alguien, hace poco. Y yo, ingenuo, estoy a punto de caer en el juego, de engancharme en la falacia. Pero reculo a tiempo. Porque más allá del tópico punk (como es lugar común todos hemos estado allí, y ahondar en él sería cavar para quedarse en el hoyo) me pongo a enlistar mentalmente, en mi memoria que sin ser prodigiosa funciona bien con todo y que soy fanático de matar mis propias neuronas, a todos mis amigos que alguna vez, por alguna razón propia, se han definido como punks.
Hablo de mis amigos, por supuesto, no sólo de gente que he conocido. Hablo de personas con las que he mantenido conversaciones largas (casi siempre de toda la noche), con quienes he hecho el pogo, quienes me han cargado cuando salgo como cuba de una tocada/un bar/un club/un guateque cualquiera o a quienes yo he llevado a casa cuando no podían ni recordar su nombre. Con quienes he armado una especie de familia (disfuncional, como debe ser) y que, más allá de cánones y academicismos, se identifican con ese término en inglés, originalmente peyorativo: punk.
Y mis panas punks lo son. Porque son consecuentes y vehementes y sustanciales. No se dejan timar ni zurrar. Porque tal vez no sepan qué quieren pero vaya que saben qué no quieren.
Por eso no me hizo ruido, como a muchos sí, que Muncie Girls se califiquen como punks en sus sitios web. Pero vamos por partes: Muncie Girls es un grupo relativamente nuevo de Exeter, capital del condado de Devon, con formación clásica de guitarra y voz/bajo/batería, que hace canciones que hablan sobre vivir en una ciudad en los dosmiles. Como miles de otras bandas, ¿no? Puede que sí. Pero hay que hurgar en los detalles.
El detalle que me atrapó está en el video de “Respect”, una de sus canciones más conocidas, y donde Lande Hekt, voz y bajo, despierta en una habitación a todas luces ajena. Ha dormido con un chico la noche anterior. Seguro lo ha pasado bien, pero quién sabe. Al despertar, se encuentra con una nota. “Me fui a trabajar”, dice, “pero puedes salir por ahí.” Traduzco con torpeza, pero la idea es que el chaval en cuestión, un anónimo, un cualquiera, le da permiso de salir. Hasta ahí, apenas unos segundos de vídeo y de canción (que, por cierto, es mayúscula).
Lande se encuentra, entonces, a sí misma en una habitación en la que hay libros de Bukowski, Joe Strummer y Henry Rollins, discos de Black Flag, revistas Esquire e imágenes de tetas por todos lados… Y Lande, de una manera u otra, al final del video los reemplaza por libros de Lena Dunham, Laura Bates, Graham Rawle y Courtney E. Smith y discos de Sleater-Kinney, Patti Smith, Julie Ruin y Huggy Bear.
El gesto puede ser inútil, pero yo qué sé. Pero es un gesto con intención. Muncie Girls, desde el nombre, es un grupo cargado de intenciones. Y por si fuese poco, de canciones ruidosas y pegadizas. Eso, para mí, ya cuenta.
Muncie Girls están en sintonía con los tiempos y si eso será trascendente sólo los meses y años lo dirán. Hoy lo que toca es escucharlos porque tienen algo que decir… y me da la sensación de que dan voz a más de uno allá afuera.
Más que enojo, es fastidio; más que rabia política, es confusión y es agravio. El mundo está redefiniéndose en las pequeñas revoluciones porque en lo macro todo es reacción: las naciones quieren cerrarse sobre sí mismas y los individuos quieren explotar y abarcarlo todo, sin fronteras ni imposiciones que no cuenten con su respectiva explicación, justificación y prueba de que van a funcionar sin lastimar a nadie. Sonará cándido, pero no veo todavía el daño en pensar así. Sobre todo si se actúa en consecuencia.
A todo esto, Muncie Girls lanzó en Specialist Subject Records (Reino Unido) en asociación con Animal Style (Estados Unidos) su disco debut, From Caplan to Belsize. Y sin ser un discazo enfermo, es uno de los mejores LP’s de este año de mierda. Y no porque el año haya sido un martirio, sino porque es una colección sólida de canciones entrañables. No se necesita más que eso.
Algunos de mis amigos punks (los consecuentes, los combativos, a los que realmente admiro) dicen cosas como las que dicen Lande Hekt, Dean McMullen y Luke Ellis en sus canciones. Para mí, es suficiente. Ojalá que allá afuera pueda convertirse en la banda sonora de las pequeñas revoluciones que vienen para, de una vez por todas, inclinar el mundo hacia otro rumbo.
C/S.