JOSÉ A. RUEDA
FOTO: Virginia ROTA & Silvia Grav / Facebook
Si escarbamos en los orígenes del rock, llegaremos al folk irlandés como la semilla de muchos de los géneros de hoy. En la música tradicional de Irlanda se encuentran las bases del country, el blues y el folk-rock que conocemos actualmente, por lo que no es baladí explorar estos terrenos sonoros para encontrar inspiración en el pop contemporáneo.
Bajo este procedimiento, aunque casi de casualidad, comenzaron a gestar su estilo La M.O.D.A. Uno de sus fundadores, David Ruiz, vino de Dublín prendado del folclore que había disfrutado en los bares y en las calles. Emulando aquellas formaciones de instrumentación acústica, David reunió en Burgos a unos cuantos amigos músicos con los que creó el sexteto (más tarde, septeto) bautizado como La Maravillosa Orquesta del Alcohol.
Ocurrió allá por 2011 y, hasta la fecha han parido dos EP, y dos discos largos. Al principio las referencias eran claras: folk, blues, country y todo lo que sonara a rock acústico. Por poner algunos ejemplos, anoten The Waterboys, Creedence Clearwater Revival, Bill Monroe o The Pogues como posibles influencias. Estos últimos (por su espíritu punk) son, junto a los modernos Mumford & Sons, las dos comparaciones más repetidas. Sin embargo, basta echar una sola escucha a The Dubliners (la banda que rescató la tradicional “Whiskey in the Jar”) para hallar el mayor número de similitudes con La M.O.D.A.: Guitarras acústicas por doquier y un par de instrumentos tradicionales a elegir entre acordeón, banjo y mandolina.
Tras convencer en inglés a los amantes del folk de taberna, La M.O.D.A. se lanzaron muy acertadamente al castellano, conectando de pronto con bandas españolas del rock alternativo de siempre, como Celtas Cortos, y otras del mundo del mestizaje, como Eskorzo o Muchachito Bombo Infierno (más por su relación con el ska y los instrumentos de viento que por la rumba o las influencias latinas, de las que La M.O.D.A. no hacen gala en absoluto). Además, viniendo de Burgos, en la Castilla más cercana al País Vasco, intuimos que algunas percusiones y el acordeón a lo Kepa Junkera venían ya en el ADN del grupo.
Tras esta indagación en el folk irlandés y su noviazgo con el público mestizo español, La M.O.D.A. ha conseguido algo insólito: romper la barrera entre los sectores hippie-punkies (lo que en España llaman “perroflautas”) y los del indie-hipster más sofisticado. Así, no es raro verlos en festivales junto a Boikot y Sociedad Alcohólica o en Benicàssim junto a Vetusta Morla y Los Planetas.
La eliminación de estas fronteras estilísticas es, por fortuna, cada vez más frecuente. Y sin duda La Maravillosa Orquesta del Alcohol ha puesto su particular barreno para detonar esos muros que, de forma absurda, clasifican y separan a los amantes de la música.