JOSÉ A. RUEDA
FOTO: Facebook
Mucho hemos hablado de Granada como ciudad, pero poco como provincia y aún menos como reino histórico. La capital de la Alhambra, mitad de mora y de cristiana y cuna de grandes poetas, es también una rica región natural que en pocos kilómetros atraviesa bosques frondosos y cumbres elevadas hasta descansar en playas rocosas.
Como reino andalusí (reconquistado en los mismos años en los que Colón cruzaba el charco), la esencia de Granada se extiende por las vecinas Málaga y Almería, lugares que, aunque sureños y mediterráneos, chocan de frente con el estereotipo andaluz, debido, entre otras cosas, a los gélidos inviernos que visten de blanco sus montañas.
La música de Granada se empapa de todo esto: del frío de Sierra Nevada, de los pueblos de La Alpujarra, de los almendros en flor, del olor a chimenea… Pero también del Mediterráneo, la brisa marina, las aguas calmadas y los atardeceres rojizos. Granada es sol y también es nieve.
A todo eso y a la vez suenan Brío Afín, el último retoño de la inacabable flora creativa de esta tierra. Formados por Fran Ocete y Chesco Ruiz, el grupo anota su nombre en la larga lista de artistas granadinos, pero que conexionan estilística y profesionalmente con dos bandas en concreto: Grupo de Expertos Solynieve (con los que tocaba su teclista, Raúl Bernal) y Pájaro Jack (con los que empezó a tocar Fran).
De la serenidad de A la Fuerza no es Natural (2012), cinco canciones que tenían a Nick Drake en la mirilla, Brío Afín enriquecieron la instrumentación y bruñeron las melodías en Canciones de Sol Amigo (2013). En esta creciente evolución, llevaron a Joan Manuel Serrat a terrenos dylanianos en su versión de “Fiesta” y vistieron a Daniel Johnston con las túnicas de Vainica Doble en su libre adaptación de “Life in vain”:
Todo para desembocar en Más que Posible (Cabaña, 2016), el primer elepé de Brío Afín. Un despertar de los cantos de verbena en las plazas de los pueblos que se funde a partes iguales con la influencia norteamericana de Kevin Ayers y Gram Parsons, y con el desparpajo ibérico de Kiko Veneno y Julio Bustamante.
Con este debut en largo, Brío Afín escriben el principio de un bonito cuento ambientado en algún lugar de Granada. Uno escondido entre la playa y el cielo.
Que no acabe nunca.