ESTEBAN CISNEROS
Hubo una época, en los 70, en que los raros tomaron el control. El viejo “los locos tomaron el manicomio” se hizo real y, glam mediante, los Otros se apoderaron de las ondas hertzianas, de los rayos catódicos y de las prensas.
Y, como suele suceder, lo que siguió no fue necesariamente un “y vivieron felices para siempre”, sino oscuridad, convulsión y confusión. Y entonces brotan los demonios.
Demonios, en este caso, como Bauhaus. Como Love and Rockets. Como Tones On Tail. Los raros excluidos de la revolución, por una u otra. Pero que no iban a quedarse tan tranquilos, por lo que, armados con un bagaje de películas B, maquillaje y literatura de vampiros, marcaron su época a fuerza de parecer salidos de un filme de Murnau y de sonidos profundos y lóbregos… aunque a veces se soltaban la greña y se ponían a bailar sin complejos.
El tiempo pasó. Pero no la trascendencia. O de eso nos quiere convencer (y yo, encantado) Poptone, un proyecto retrospectivo formado por Daniel Ash y Kevin Haskins junto a Diva Dompé –hija de este último–, piezas esenciales de esta época y de estos grupos.
La misión principal de Poptone consiste en volver a llevar a los escenarios del mundo las canciones de Love and Rockers, Bauhaus y Tones On Tail. Aunque hay otro objetivo secundario, pero no segundón, de volver a hacer música rara para gente rara, seguir con la reivindicación de la otredad como derecho –e incluso como trinchera política, dirán algunos– y de no abandonar la creación de canciones como oficio y como declaración de intenciones: no es sólo la revisión del pasado por sí misma, sino para reencontrar (o hallar por primera vez, quizás) las cosas buenas que se quedaron en el camino.
Poptone se formó apenas en 2017. Y han trabajado duro. Uno podría hacerlos de lado con el argumento de que son un caro grupo de covers pero, después de todo, los circuitos de nostalgia siempre han sido parte esencial de nuestro pop y Poptone, al menos, va de otra cosa: no es feelgood music, no son masivos ni superestrellas. Más bien, son de nuevo lumbreras para las muchas almas perdidas de este siglo que se nos hace viejo con una velocidad y un descaro que rayan en lo insano.
La música pop es, con todo, aún ese templo de reunión y posibilidad. Los públicos de Poptone, hasta ahora, han sido multi: distintas generaciones, orígenes, inclinaciones. Con el común denominador de que son los raros, tal como hace treinta y tantos años; los Otros. Los que, incluso ahora, encuentran su nicho en las guitarras, los sintetizadores y las baterías.
Poptone es ese gran “y por qué no” de hoy, un hoy en el que los grupos hacen giras para celebrar aniversarios de discos emblema, para aprovechar un tirón de revisionismo y añoranza o para ver si en una segunda (o enésima) tirada pega.
Y, hay que admitirlo, esta música –Bauhaus, Love and Rockets, Tones On Tail– aún no se ha hecho vieja.
Poptone se presenta el 2 de febrero en Guadalajara, y el 3 en la Ciudad de México. Un pedazo de historia pop se sube al escenario y hay que estar ahí.
C/S.