MAURICIO ESPARZA OTEO
Aunque salió hace ya casi dos años, inauguramos esta sección con la edición en vinilo del disco debut de este proyecto español.
Cuando recién salió este álbum, hace ya casi dos años, me gustó mucho. Siempre he sido fan de Los Planetas y tratándose de un proyecto paralelo de dos de sus miembros, Banin Fraile y Florent Muñoz, me llamó la atención inmediatamente. Incluso lo reseñé en su momento y según yo le di una buena calificación.
Sin embargo, hace poco sucedió algo que cambió mi percepción; digamos que la vida nos dio una segunda oportunidad a Los Pilotos y a mí, porque nos volvimos a encontrar. Esto cuando mi amigo Jorge “El Negro” Hipólito, me trajo el vinilo de España. Los insensibles argumentarán que la música es la misma, que es imposible cambiar la percepción ante un trabajo si en esencia y en lo fundamental es igual. “Un álbum no es bueno o malo por el hecho de tenerlo en mp3 o en vinilo”, seguro dirían por ahí.
Pero yo pertenezco al otro grupo. Soy de los que ve la música, y tal vez la vida, de una manera más romántica. Para mí –cabe mencionar que soy diseñador gráfico– la adoración de un álbum comienza por la portada, después por el arte y ya ni mencionemos las diferencias que existen entre un mp3, un CD y un LP.
El hecho de escuchar a Los Pilotos en acetato me dio otra lectura de lo mismo, independientemente de la discusión bizantina de si el mp3, el CD o el acetato suenan mejor (yo creo que es cuestión de gustos). Por un lado, tienen razón los que argumentan que es la misma música y que los discos son buenos, independientemente del formato.
Los Pilotos siguen siendo un proyecto de electro-pop instrumental, pero algo de lo que estamos seguros es de que el sonido entre formatos es distinto. Y aquí volvemos a lo mismo: soy un romántico que le busca chichis a las hormigas; escucharlo con las dimensiones sonoras que genera un vinilo lleva la música a otro nivel.
Primero me emocioné cuando me regalaron el LP. Al abrirlo, me di cuenta que es de los llamados gatefold. Luego descubrí que es un disco doble y que corre a 45 RPM lo que, según esto, le da más resolución al sonido. Un acetato es negro y el otro blanco, las etiquetas de los discos son ilustraciones de pilotos, y para terminar, viene con un CD. Así que es una edición muy bien hecha que vale la pena.
Tener los discos en vinilo se convierte en una experiencia integral en muchos sentidos, al final del día, los objetos también son cultura.
Mauricio Esparza Oteo de Icaza es publicista, diseñador, creativo, escritor, ilustrador, DJ, melómano, pepenador de vinilos y anexas.
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