ALEX CASTRO
Este es el primer disco de Abraham Boba –líder y mente maestra de León Benavente– con una trasnacional. Y es al mismo tiempo su grabación más directa y comercial, lo cual nos podría llevar a la conclusión simplona de que el de Vigo ya mordió la manzana de esa viborilla conocida como mainstream.
De hecho, en las dos canciones abridoras son bastante claros al jugar con la idea de no tomar el camino correcto (si es que hay uno)… aunque ya hacia el final del disco se retractan en “La vida errando”.
Musicalmente, la agrupación sigue rescatando elementos del krautrock, aunque esta vez de una forma mucho más directa, rayando en lo desenfadado. Tanto, que en “Tipo D” se acercan demasiado a “Toro”, de El Columpio Asesino. Y si nadie se los dijo antes, apuesto a que a partir de hoy que salió el disco se los dirán muchas veces.
Ya en cortes como “Gloria” y “Nuevas Tierras” Boba empieza a ser más él y a poner en la mesa sus preocupaciones, acercándose a un balance mucho más coherente entre letra y música.
Cada track parece una declaración de principios. Esta vez las metáforas y las figuras poéticas dan paso a la realidad. “Aún podemos ser lo que queramos…” afirman con seguridad en otra canción, poco antes de cerrar con “Habitación 615”, que es una de las mejores del disco, y no porque hable de sus experiencias en México, sino porque han llegado más lejos –y de forma más realista– que sus paisanos Hombres G e incluso que su amigo cercano Nacho Vegas.
Sorprende ver hasta dónde han llegado musicalmente Abraham Boba y los suyos, pero en todo caso sólo es otra muestra de su gran capacidad y sus tablas. León Benavente tomó un camino inesperado, y eso siempre se aprecia.
Ya lo dicen en otro momento del disco: “Si este no es el buen camino trataremos de que sea el menos malo”. El tiempo dirá.