KARLA GASCA / TRADUCCIÓN: EDUARDO PADILLA
El DJ Frank Gossner —considerado por muchos como el arqueólogo del vinilo africano— ha rescatado un importante número de grabaciones de la música funk y afrobeat más inusual, adentrándose en bodegas nigerianas y viajando durante tres años por gran parte de África Occidental en busca de los tesoros musicales más exóticos. Su pasión por rescatar, coleccionar y reeditar discos olvidados en el tiempo y abandonados por las nuevas generaciones lo ha llevado a compartir los ritmos africanos en países donde nunca antes habían sonado y poniendo a bailar a los curiosos y entusiastas de estos “nuevos” sonidos.
En el afán de compartir sus tesoros musicales, y después de realizar una gira por Europa y Asia, Gossner visitó México por primera vez hace unas semanas y en un afortunado giro del destino llegó hasta León, Guanajuato, para musicalizar la fiesta de aniversario del Rey Compadre Bar. Antes de hacer su entrada al lugar —donde un número importante de personas ya lo esperaba con ansias— me concedió esta entrevista. Debo agregar que Frank no solo es un tipo de lo más alegre, sino que también es muy amable, y que lo que más disfruta de su oficio es ver a los asistentes gozar de los vibrantes ritmos africanos.
¿A qué se debe tu preferencia por la música funk africana?
A que la música funk de África Occidental reúne ritmos como el blues, el soul… e incluso ritmos latinoamericanos como la salsa, que se originaron también ahí.
¿Cuál es tu disco más extraño, tu más grande tesoro?
Es una pregunta difícil. No lo sé realmente, porque tengo discos de los cuales nadie más tiene una copia, así que ni siquiera puedo ponerles un precio. Como este que tengo aquí (me muestra un disco), que es una reedición de un disco de Orlando Julius. Se ve igual que el original, solo que éste trae la marca de mi sello. Encontré una copia en Lagos, que es la ciudad más grande e importante de Nigeria. Orlando Julius es muy conocido y aún continúa tocando. Cuando encontré la grabación le hablé a todas las personas que conozco que coleccionan este tipo de material y nunca nadie había visto este disco. No sabían de su existencia. Entonces un amigo nigeriano que conocía a Orlando de hace años me dio su correo electrónico y le envié un e-mail. Ni siquiera el mismo Orlando conocía ese disco. Lo que pasó es que fue que lo grabó en 1977 o 1978… Justo antes de partir hacia los Estados Unidos y fue para una gran compañía (Philips Records). Cuando él estaba a punto de irse de Nigeria, la producción se paró y por esa razón el disco nunca fue distribuido. Desconozco cuántas copias llegaron a las tiendas, pero incluso Orlando Julios no tenía ni una. Además, ya viviendo en los Estados Unidos se había olvidado de la mayoría de las canciones. Le envié unas copias del álbum y dijo “¡Ah… Ahora lo recuerdo!”
Philips tenía un estudio en Lagos que no era muy bueno, ya que el sonido era muy débil. Y había otro estudio en Lagos, pero era propiedad de Ginger Baker. No sé si lo conoces, pero él era baterista de jazz y de rock. Tocó la batería primero en Love y luego en Cream y estaba muy metido en las drogas. El sujeto estaba realmente desquiciado, así que creo que fue para 1974 que compró una Range Rover, la llenó de equipo de grabación, condujo desde Inglaterra hasta Nigeria por tierra y cruzó el desierto del Sahara. Incluso hay una película que se llama Ginger Baker en África y es una verdadera locura. Él se encontraba usando heroína y todo tipo de drogas, filmándose a sí mismo mientras otras personas también lo filmaban. Realmente no tiene mucho sentido, pero contiene excelente imaginería de él en su camioneta cruzando el Sahara. En una parte del documental, la policía lo detiene y le pregunta qué es lo que lleva en el auto y él les contesta que está construyendo un estudio de grabación. Así logró llegar hasta Lagos y construyó un estudio. Y ahí fue donde Orlando Julius grabó el disco, y el sonido es increíble. Creo que tenían doce pistas, mientras que en el estudio Philips solo tenían de cuatro o seis, así que pudieron usar más instrumentos y consiguieron un sonido mucho mayor, ya que cada instrumento tenía su propio micrófono, su propia pista en donde era grabado. Ese disco es básicamente su mejor obra de los setenta, y habría sido completamente olvidado si no es porque yo lo encuentro y lo reedito en LP y CD para que todo el mundo pudiera comprarlo.
¿Cuál ha sido tu mejor y tu peor experiencia en el diggin’?
Llevo tantos años en eso que es difícil decirlo, porque cuando estaba buscando discos en África, todo era tan completamente loco que es difícil leer y escoger algo. Tuve una experiencia con uno de mis principales cazadores de discos en Enugu, que es una ciudad grande en el sudeste de Nigeria. Ahí conocí a un hombre que era el dueño de un estudio de grabación, de un sello discográfico y de toda una cadena de tiendas de discos; tenía más de veinte tiendas. A principios de los ochentas los casettes empezaron a dominar el mercado, y eso básicamente mató el negocio de los acetatos. Todos compraban casettes porque eran más fáciles de usar, pero no se vendían muchas copias porque había mucha piratería. El hombre cerró su estudio de grabación, cerró todas sus tiendas y puso los discos que le quedaban en una gran bodega. Mi amigo de Lagos viajó hasta allá, tomó unas fotos y me las mandó… yo no podía creerlo.
Inmediatamente compré un boleto de avión y tuve que forzarlo a que me llevara, porque en aquella época había elecciones locales en Enugu y normalmente cuando hay elecciones en África Occidental uno no viaja. En muchos casos se cierran las carreteras y caminos porque hay muchos problemas, muchas revueltas y desorden. Hay tanta corrupción en la política que se usa la violencia para aterrorizar a los ciudadanos y obligarlos a que voten por ellos. Puede ser muy peligroso, así que mi amigo no quería llevarme, pero lo forcé a que lo hiciera. El hombre que había sido dueño de todas las tiendas de discos —y que todavía era dueño de la bodega— había entrado en el negocio de la hotelería, así que nos quedamos en su hotel. Yo estaba muy cansado y hacía mucho calor, por lo que me senté en el patio a tomar una cerveza. De pronto unos militares se acercaron. Normalmente cuando un militar se acerca es porque quiere dinero. Así es en África, porque los policías y militares no reciben sueldo; sus superiores se quedan con todo y ellos tienen que sobrevivir con los sobornos.
Así que cuando eres extranjero y los policías y militares se te acercan, es claro que quieren dinero o quieren ocasionar un problema; entonces tienes que pagar para que el problema desaparezca. No escuché cuando los militares preguntaron qué estaba haciendo ahí. Tuve que explicarles y fue muy extraño para ellos porque les costaba entender que yo estuviera ahí solo para conseguir unos discos. Me advirtieron que la situación era muy peligrosa por las elecciones y me dijeron que iban a poner un bloqueo enfrente del hotel para mi seguridad. Yo les dije que no era necesario y aún así dijeron que lo harían, que no me preocupara, y se fueron. No me pidieron dinero ni nada, y en la mañana que me levanté, en efecto había un bloqueo enfrente del hotel, estaban deteniendo a todos los autos. En Nigeria muchas veces hay asaltantes armados que entran a los hoteles a robar y van así de cuarto en cuarto. Allá los hoteles más baratos parecen prisiones; tienen puertas de metal con candados enormes, uno tiene que encerrarse y es una locura. Así que estaban enfrente del hotel con el bloqueo y nosotros fuimos a la bodega. Fue increíble. Abrimos la puerta y los discos literalmente se salieron, porque no había estanterías. Habían llenado toda la bodega con discos hasta tres metros de altura, así que había que sacar una gran cantidad de discos solo para tener espacio para caminar dentro, y aún más para tener el espacio necesario para examinarlos y poco a poco ir atravesando todo el espacio. Había una gran montaña de discos de 7″ y los tenía apilados afuera porque no había espacio adentro. Me tomé una foto sentado sobre ellos porque era increíble la cantidad.
Fue muy interesante. Había tanto trabajo que no podíamos hacerlo nosotros solos, así que contraté gente para que nos ayudara. Nos estábamos ensuciando mucho, porque cuando sudas la tierra crea una costra sobre la piel; era increíble. Los tipos que nos ayudaron eran muy graciosos. Decían que era la primera vez que veían a un blanco trabajar, que normalmente se sientan en el auto con aire acondicionado y dan órdenes. Vieron mis tatuajes y me preguntaron de qué tribu era, si era de una tribu diferente de blancos —porque en África hay una gran cantidad de grupos étnicos. Nigeria tiene como 300 distintas tribus étnicas y cada una tiene su propio lenguaje y usan tatuajes para distinguirse de las demás… Nunca habían visto a un hombre blanco tatuado, así que cuando me vieron con los tatuajes y me vieron trabajar, dijeron: “este ha de ser de una tribu distinta”. Y esa fue la experiencia más loca. Fueron cuatro días los que pasamos ahí y fue muy divertido, porque también encontramos muy buenos discos.
¿Alguna recomendación para los amantes del vinilo que practican el diggin’?
Lo más importante es mantener la mente abierta. A veces buscas un estilo en especial y encuentras discos distintos. Si no estás familiarizado tal vez pienses que no es lo que estás buscando y lo dejas a un lado. Así que es muy importante tener una mente abierta y siempre traer un tocadiscos portátil para poder escuchar todo. Si puedes compra todo lo que no conoces, porque luego podría llegar a interesarte.
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