ARTURO URIZA
Por varias razones, la reseña de este disco se vio interrumpida en diferentes ocasiones. Un par, involucrando la misteriosa desaparición del archivo guardado y del apagado repentino de mi computadora. Lo menciono porque ya había un par de versiones previas a esta en las que tenía un orden y claridad que se fue perdiendo en sus consecuentes versiones, hasta llegar a esta, en la cual decidí plantear sin ningún orden una serie de 10 ítems/pensamientos aleatorios sobre los tracks y mayores atinos de este nuevo trabajo de Crocodiles.
Siempre he creído que Martin Thulin es una de las figuras más honestas de la música de México. Por supuesto, habrá quienes con esta línea dejarán de leer mi reseña y les dejará de importar mi opinión y, a sabiendas de eso sostengo mi palabra.
Lo primero que llamó mi atención de Boys fue la claridad del sonido, especialmente en las baterías, que suenan gruesas y pulcras. Al parecer la intención de este material es alejarse un poco de la baja fidelidad que había acompañado los anteriores. Vale mencionar también el papel tan protagónico que toman en algunas canciones los sintetizadores.
Si bien la banda conserva claramente su identidad, se nota que se hizo a un lado el garage y el punk, presentes en otros trabajos y sencillos anteriores, acercándose en esta ocasión mucho más al post punk y el shoegaze, con voces llenas de reverberación, ecos y guitarras amplias y resonantes que parecen chocar con paredes calientes. Hay momentos que me recordaron muchísimo –y sé que sonará extraño lo siguiente– a Blur. Específicamente el track 9, “Transylvania”, que parece una pieza potente del brit pop noventero.
Tanto la primera canción del álbum, “Crybaby Demon”, como la 7, “Kool TV” tienen un toque muy glam, y al mismo tiempo muy latino, no sé si tenga que ver con la producción de Martin, pero se siente una cadencia diferente a la del resto de los temas. Lo que sí sé es que en definitiva no es un disco como el que pensaba que sería, es mucho mejor.
Este es hasta ahora el trabajo con más groove de Crocodiles. “Foolin’ Around” es al mismo tiempo una tema para bailar que una pieza de rock taciturno. En especial el trabajo de guitarra es maravilloso. Crocodiles han llegado al punto de hacer música pop de calidad entrañable, algo en verdad complejo, donde los temas son precisos, fibrosos e intensos pero finos, muy bien trabajados. Los tracks suenan accesibles pero no fáciles ni edulcorados, porque son pura sustancia.
Tampoco es un disco de sencillos. No es un trabajo en el que sobresalga una o dos canciones que opaquen a las demás. Esto también se puede deber a que solo hay una decena de tracks; es un disco breve. “The Boy Is A Tramp” y “Blue” son los temas emocionales, oscuros, letárgicos y adormecedores que necesita este álbum para equilibrar. Pueden recordar a The Jesus & Mary Chain o a Echo & The Bunnymen si es que se buscan las comparaciones.
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