MARÍA MERIOMA
Febrero nos devolvió a la banda del panorama independiente barcelonés Anímic con Skin, después de poco más de tres años sin estrenar álbum. Este nuevo trabajo es de piel oscura y electrónica lustrosa como ya nos tienen acostumbrados, pero con muchos detalles extra que condensan años de trabajo en una palabra: evolución.
La advertencia del blanco y negro que los caracteriza es clara y se vuelve contundente con Skin: vienen a despertar sueños oscuros que pudimos tener dominados mientras nos alejamos de Hannibal, aquel disco de 2013 que nos paseó por rincones un tanto dolorosos o, incluso, sórdidos de nuestra imaginación.
Ahora quieren llevarnos aún más dentro, de ser posible, a esos lugares tan despreciados por la sociedad postmoderna –seamos honestos, parece que todos esperan ser políticamente correctos y alardear de felicidad y brillo– pero tan necesarios para la introspección… Nadie nos obliga, no incluye agresividad, el disco entero es una invitación a escuchar, pensar, sentir pausadamente entre la velocidad de la vida o del tempo de Anímic, porque lo anterior no quería decir que todos los temas sean tranquilos, ni mucho menos.
Puede estar de menos decir, pero no de más aclarar, que como siempre pasa con la música (o por lo menos a mí) no es para acercarse en cualquier momento y por cualquier circunstancia. Dista mucho del modo “reproducción aleatoria” que se inserta igual en cualquier viaje en el metro de Barcelona o Madrid, lo mismo un lunes que un sábado.
El primer momento de Skin, “Gem”, tiene un toque con un ánimo más esperanzador que los otros siete, pero sigue haciendo gala de su autodenominado “dark pop” en el que se sumergen por completo con “TV”, por momentos se pierden las voces y resulta ininteligible la letra pero ya era clara en un principio y el sonido lo dice todo; una huida pensada frente a lo que no se piensa, el asqueroso vértigo de la saturación en todos los sentidos (asumo que el sonido está calculado pues mi reproductor es –bastante– bueno). Rítmicamente, “Glass” es el clímax y letrísticamente podría serlo también, pues es el punto más álgido de Skin, secundado por la melodía de “Silence”.
Los últimos tracks retoman los lugares anteriores en nuevas interpretaciones de éstos. “Inhuman” es elegante y gélida con toque evocador al “cybergoth” con el que continúa “Slave” en un grito más extremo que la ya mencionada “Glass”, pero no tan profundo, puede que sea porque es más explícita. “Whales” es un doloroso encanto, cualquiera que haya visto y escuchado a las ballenas sabrá lo abrumador y bello de su naturaleza y Anímic nos aplasta con lo que ellas querrían decirnos, no por nada es el toque más industrial de este álbum.
Muy destacable de este lanzamiento fue la manera en la que presentaron las canciones que lo componen, sin sencillos previos y todas esparcidas por la red en un mismo día. El 1 de febrero se estrenaron 8 vídeos de los 8 temas que componen el disco en 8 sitios diferentes, puede pensarse como una estrategia de marketing o como un hecho simbólico cuyo significado sería mejor preguntarles que intentar adivinar o bien, algo abierto a que otros opinen, no está demás preguntar a quienes nos leen ¿qué piensan de un lanzamiento con este estilo?
Sí resulta curioso que ningún sitio mencione al otro; todos presentan el vídeo asignado y explican que el tema proviene de Skin, lo más reciente de Anímic, entre el par de referencias a otros estrenos está en la nota donde Mondosonono presentó “TV” dice: “ocho vídeos, ocho temas y ocho medios”; pero Anímic en sus perfiles en redes sociales compartieron todos los lanzamientos enlazados con las respectivas notas de Rockdelux, Primavera Sound o Fantastic, entre otras.
En verdad vale la pena ver cada uno de los videoclips que ilustran las canciones de Skin, como trabajos visuales con la particularidad de cada uno de sus creadores son pistas para un aterrizaje perfecto de las canciones de este disco.