Katy Perry, Prism

Si van a dejar que sus hijos escuchen un álbum “fresa”, que sea éste. 

CYNTHIA RODRÍGUEZ

Si bien hace meses hablé positivamente sobre el nuevo álbum de Robin Thicke, debo confirmar que no estoy nada contenta con la letra de “Blurred Lines”. Lo último que necesita el mundo es una canción que justifique los encuentros no consensuales y que no considere los verdaderos deseos de la pareja en potencia.

Y de pronto, aparece Katy Perry, encendedor en mano, quemando su peluca de color pastel. El video inicial de su sencillo “Roar” será un esquema mercadotécnico tratando de escabullirse entre las preferencias de los adolescentes esclavizados a su celular, pero es una manera maravillosa y creativa de adentrarnos en el mensaje de la canción.

La canción no es sobre enfiestarte con una droga cuyo eufemismo comparte su nombre y tampoco es sobre taparte los oídos cuando la chica que te gusta dice que no. Es sobre levantarse ante las adversidades de cualquier tamaño, ya sea un estúpido ex novio o una experiencia cercana a la muerte. Si tuviera una hija, me encantaría que este fuera su himno de empoderamiento. Es más, este es MI himno de empoderamiento del año.

Fuera de esto, el disco está lleno de sencillos en potencia y de temas útiles para la vida. ¿Quieren que la Perry les cante sugestivamente en su cumpleaños y en su no-cumpleaños? Ahí está “Birthday”. ¿Quieren una loquera noventera para antro especializado? Escuchen “Walking on Air”.

Juicy J se presta para la colaboración hip-hopera obligatoria en “Dark Horse”. La coqueta “International Smile” es para gente “de mundo”. Y para quienes adoramos tanto a Sia Furler como a los memes de internet, está “Double Rainbow”.

Si van a dejar que sus hijos escuchen un álbum “fresa”, de esos que dominan las listas de popularidad, que sea éste. De pasada, que sepan que “sí” significa “sí”, que “no” significa “no”… y que “roar” significa “roar”.

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