Dj Concha y Toro
En el mapa sonoro de Mazatlán, donde las olas compiten con los beats que brotan de los bares y las fiestas, hay un nombre que comenzó a murmurar y poco a poco avanza con la constancia de un metrónomo.
Percusionista, sintetista, compositora y narradora emocional que convierte vivencias de su ciudad en pequeñas cápsulas de pop brillante y baile oscuro; su proyecto ha conseguido llamar la atención sin prisa, pero sin un solo paso en falso.
Su presencia se comienza a hacer habitual en eventos culturales, festivales y tocadas locales, aunque su proyecto tiene apenas año y medio de vida formal. Aunque su historia, como casi todas las historias que importan, empezó mucho antes.
https://www.youtube.com/watch?v=zj09pxAE6RI
Jules Vil comenzó a estudiar música desde niña. Primero se formó como baterista y percusionista clásica, dominando marimba, vibráfono y demás “juguetes orquestales” que suelen quedar en manos de músicos de paciencia meticulosa. A los 17 ya trabajaba con la Orquesta de Mazatlán, un logro improbable para muchos jóvenes músicos, pero natural para alguien que lleva la música tatuada en la voluntad.
Sin embargo, a pesar de esa formación sólida, una intuición empezó a fracturar el paisaje clásico: La artista quería crear canciones, no sólo interpretarlas. Tenía letras, cuadernos llenos de ideas, melodías bocetadas al piano, pero no sabía producir ni grabar. Ese tránsito, del papel al universo digital, le tomó casi ocho años, mientras moldeaba su gusto y su identidad artística.
El resultado de esa espera fue “Pervert”, su primer sencillo, lanzado en febrero de 2024. Una canción de pop brillante, electrónica, juguetona, en 120 bpm —“la velocidad a la que el cuerpo empieza a bailar sin pedir permiso”, dice— y que hasta hoy es su tema más escuchado, quizá porque es su puente más directo con un público que aún la conocía como instrumentista, no como cantante.
https://www.youtube.com/watch?v=qFviJcux9ug
Aunque “Pervert” es la más escuchada, otras dos piezas han crecido de manera orgánica:
“Edibles”, con su french house coqueteando con la pista, y “Bill”, que mezcla dance pop con un aire pop-punk gótico. Ambas ganaron lugares en playlists gracias a curadores independientes, no a campañas.
Y, de forma inesperada, “On My Knees” se ha convertido en el nuevo sencillo y la nueva favorita del público que la sigue, dentro o fuera de Sinaloa. Y será también la siguiente en tener videoclip.
Un álbum hecho desde la intimidad
En julio de 2025 lanzó Shrimp, un álbum que funciona como diario emocional, homenaje familiar y fotografía sonora de la ciudad que la acogió. Jules no nació en Sinaloa, sino en la CDMX, pero su vínculo con Mazatlán es casi simbólico: su abuela —una presencia profundamente significativa en su vida— se dedicaba a comerciar camarón.
“Pensar en Mazatlán era pensar en camarones”, cuenta. Y así, el título del álbum no es un capricho conceptual, sino un ancla afectiva.
Cada canción del disco cuenta historias vividas en la ciudad:
La fiesta como rito de pertenencia.
Las amistades que se sostienen o se fracturan.
Los romances buenos y los que duelen.
Las adicciones y la noche larga.
La necesidad de comunidad y compañía.
https://www.youtube.com/watch?v=w6MRi-NYiqk
Pequeños universos que se cuentan más por frases específicas que por narrativas completas. En su apertura, por ejemplo, “Vampire Monologue” describe la sensación de permanecer despierta hasta el amanecer, deseando ser nocturna para no perderse nada de lo que la ciudad ofrece cuando la luz baja: un vampiro emocional, no sanguíneo.
Entre todas sus referencias, Jules nunca titubea al decir quién es su faro: Talking Heads. No sólo es una influencia estética, sino sobre todo escénica, coreográfica y conceptual. Ha hecho covers en vivo, guiños explícitos y pasos inspirados en David Byrne, no desde la imitación sino desde el homenaje libre.
¿Y por qué en inglés?
Sobre por qué canta en inglés, su respuesta sorprende por su claridad: por respeto al español.
Para ella, el español exige una crudeza emocional y una precisión literaria que, desde su perspectiva, todavía no está lista para abordar. “El inglés sale más orgánico”, dice. El español, en cambio, lo considera un territorio que quiere pisar cuando se sienta lo suficientemente preparada como compositora.
Mientras tanto, en el escenario Jules Vil deja de lado la batería orquestal para convertirse en sintetista. Le interesa el diseño sonoro en tiempo real: pads que respiran, arpegios que mutan, perillas que se mueven como si estuvieran conversando con el público. Eso, sumado a la teatralidad visual —vestuario, maquillaje, performance— define la estética del proyecto.
https://youtu.be/7SxR1rSCp7k?si=MCAWTPYVpkH00pu3
Mazatlán vive un momento peculiar, con una nueva generación de artistas locales que está creando música para bailar, cuidando la puesta en escena, apostando por el performance sobre la ejecución tradicional. Jules forma parte de ese impulso colectivo y, al mismo tiempo, destaca por la personalidad de su sonido.
Hasta ahora, Jules Vil ha sido su propia manager. Su principal estrategia de promoción ha sido tocar en vivo, convencida -y con razón- de que un buen show convierte a oyentes casuales en seguidores reales.
Ha participado en el Día de la Música de Mazatlán y colaborado con Carpa Alterna, el colectivo que más ha impulsado la escena emergente local. También fue seleccionada —entre decenas de proyectos— para el Festival de Rock Sinaloa, uno de los eventos más importantes del estado, que se celebró en noviembre.
Jules Vil pertenece a esa categoría peculiar de artistas que han pasado años preparándose antes de mostrar su primera canción. Y se nota: hay madurez musical, claridad estética, ambición conceptual y un instinto agudo para crear pop que se mueve entre lo brillante y lo denso.
No suena a un proyecto que lleva año y medio, sino a alguien que lleva 15 años afinando el oído para poder decir exactamente lo que quería decir… pero con sintetizadores, beats y una sonrisa que se activa cuando la noche cae.
Y la noche, por suerte, cae todos los días.