MARÍA MERIOMA
FOTOS: Benedek Varga / Sziget / María Merioma
El cuarto día de Sziget amaneció nublado; no podíamos creer que el sol nos estaba dando una tregua para poder salir de las tiendas de campaña un poco más tarde. Aún así, no fue posible y tan pronto abrieron la zona de prensa ahí estaba, esperando una entrevista con The Maccabees.
Ya se había aclarado el día cuando acabó y decidimos pasar un rato en el Luminarium, que es una estructura plástica parcialmente translúcida que dibuja formas geométricas y fractales en su interior con plásticos rojos, azules y verdes, y uno plateado completamente opaco para definir el paso de la luz.
Este año es la décimo segunda ocasión que está en Sziget; diseñada por Architects of Air y hecha a mano en Inglaterra, es una construcción laberíntica que da la sensación de estar dentro de una nave espacial inflable. Las palabras luz y color bien pueden definir el final de la mañana del jueves.
También nos dio tiempo de escribir en el muro de “Before I die”, que es una pared negra en la que se puede escribir un deseo o promesa de lo que hará antes de morir. Hay quien se lo toma en serio, como yo, y quienes prefieren divertirse pensando en deseos absurdos o comentarios sexuales.
Después de comer el día venía completito con una lista de cosas por ver y aunque fue prácticamente imposible abarcar todo lo que queríamos desde las 16:00 hasta después de la 1:00, dio tiempo de pasear para encontrar cosas no planeadas y valió la pena lo que dejamos pasar porque hoy vimos el que, puede ser, quede como el mejor concierto del 2015 (en mi opinión) con fallo técnico incluido: Foals.
De ellos hablaré más adelante porque ese escenario, el principal, lo abrían The Maccabees y era el principio de la lista. Arrancaron los británicos con “Wall of Arms” en un main stage medio lleno que conforme iban pasando los minutos y las canciones reunió a un poco de más gente, probablemente atraídos por sus canciones más populares como: “Love You Better”, el primer sencillo de su álbum más reciente: “Marks to Prove It” o “No Kind Words”. El mejor momento se vivió casi al cierre con “Pelican”.
The Ting Tings estaba anotado también, segundo turno en el escenario principal, por no dejarlos pasar y ver cómo iba su presentación en Sziget. Estaba escrito con lápiz, no me hubiera sido difícil borrarlos y más me hubiera valido hacerlo, entre otras cosas porque quien estaba sacando la mezcla de sonido: a) era un principiante o b) el peor enemigo de la banda, porque el nivel de todo lo que sonaba daba la sensación de estar al revés de cómo debía. Los platos arriba, luego la batería, seguía la guitarra y ya por último, como acompañamiento, la voz.
Ayer aparte del día internacional del zurdo, era el cumpleaños a MØ, que daba un concierto que se antojaba ver completo pero no fue posible. Ella fue la que anunció que era su cumpleaños en cuanto terminó la primera canción: “The Sea” aunque se podía ver en las pantallas carteles de felicitación que llevaban los más fanáticos de la artista. Cantamos el Happy Birthday junto con el resto del público y dejamos el concierto de la danesa para escuchar a Foals.
“Snake Oil” abrió el momento que duró casi hora y media pero se pasó tal y como se nos acaban las botellas de agua en Sziget, sin darnos cuenta. Lo que no pudo pasar desapercibido de ninguna manera fue el fallo técnico poco después de comenzado el concierto. La música paró de repente, ellos seguían tocando y el público comenzó a gritar y entraron un par de técnicos al escenario.
Yannis Philippakis con toda la buena actitud del mundo preguntaba qué había pasado y colaboraba con las nuevas pruebas de sonido para reanudar el concierto. Cuando lo lograron, Bevan le dio la entrada a los demás para comenzar casi justo donde se habían quedado.
Aunque hicimos un leve intento por ver el final de Ella Eyre en el A38 no fue nada exitoso, pues acabamos en el Blues-Irish Stage que queda un poco más al sur de la isla bailando al ritmo de Mystery Gang, un grupo de rockabilly que canta en húngaro, lo cual hacía que fuera entre curioso y gracioso; en todo caso divertido que es a lo que se viene a un festival.
A las 23:45 llegó la hora de Interpol. Tenía que reivindicar mi experiencia con ellos en el Vive Latino. Les tenía muchas ganas y me dejaron lista para irme a echar una siesta. Lo hice (lo de reivindicar, no la siesta). El A38 sí era un escenario para verlos (más pequeño y cerrado), lograron bajar el concierto hasta sus canciones más hondas y subirlo a un nivel que parecía que tenían prisa, claro que con lo que un grupo como Interpol se puede apresurar en sus tempos. No fue la misma sensación que con Foals, pero sí que nos dejó más que satisfechos. Era el momento perfecto para dar por finalizada la jornada.
DATO DEL DÍA:
Ayer me contaron que unos profesionales de la informática húngaros están haciendo unas pruebas de un dispositivo que han creado para la seguridad de las tiendas de campaña. Auspiciados por la empresa telefónica húngara que patrocina Sziget, tienen unos cuantos aparatos que prueban con algunas personas en los diferentes campings. El adminículo de seguridad se pone dentro de la tienda de campaña, se programa con una aplicación en el móvil del dueño y si alguien intenta entrar a esta le manda una alerta. Aunque si uno está en la otra punta de la isla no creo que haya mucho que hacer ante el asalto a un espacio cubierto de tela que se encuentra a cientos de metros de distancia, pero no deja de ser interesante que, entre otras cosas, este festival se presta para la innovación tecnológica.
También para los fiascos. Este año, aparte de poder cargar el celular en distintos puntos de la isla, la primera opción es alquilarte una batería portátil con el logo del festival (esperando que termines comprándola). De mi entorno, tres personas la alquilamos, el primer día a mi teléfono no le funcionaba correctamente, no cargaba más de 2% o 3%, el segundo a uno de ellos dejó de servirle y desde el tercer día no queremos nada que tenga que ver con la portabilidad de la energía porque siempre acabamos teniendo que regresar a algún punto con electricidad para dejarlo un par de horas. No tenemos nomofobia, lo hemos comprobado, pero trabajar sin el teléfono cargado es complicado.
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