Un álbum contundente y sorprendente.
NICOLÁS GONZALEZ
Desde sus inicios hace casi una década, The Horros ha demostrado ser un grupo que nunca decae y que está más allá de éxitos fugaces. Siempre cambiantes, no han quedado atados a las etiquetas de garage-rock revival, post punk, gothic, ni a ninguna otra.
Su cuarto álbum de estudio, sucesor del aclamado Skying (2011), nos muestra una maduración conjunta del grupo, que da como resultado un álbum contundente, formidable y, sobretodo, sorprendente.
A primera escucha, Luminous (XL Recordings, 2014), nos sorprende por su enfoque manchesteriano. Las bases de bajo, batería y percusiones nos remontan a grupos como Primal Scream o Stone Roses, pero la incorporación de sintetizadores del tipo “cósmicos”, los arpegiadores y las guitarras cargadas de delay, le otorgan a las canciones un ingrediente psicodélico adicional. Esto no sorprende; The Horros siempre ha dejado claro tener fuertes influencias de bandas de los años sesenta, como The Sonics.
Otro punto a favor del disco son las melodías vocales. A partir del segundo track, es muy probable que ya nos encontremos tarareando alguno de los fraseos compuestos por Faris Badwan.
Escucharlo es una experiencia sumamente agradable; ya sea en una pista de baile, donde tienen material de sobra para estar presentes en las bandejas de cualquier DJ moderno, o tirados en el piso disfrutando de algún porro, mientras nos hacen viajar a través de galaxias lejanas.
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