DAVID MELÉNDEZ
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Es extraño pero la fuerza del sonido crudo, agreste y sin procesar, basado en el contraste de la distorsión de las guitarras y los ritmos tribales e hipnóticos en batería y bajo, se ha dejado de lado por la nueva camada de bandas del Reino Unido y sus alrededores.
Verdad total: el crisol del rock primitivo se ha puesto a remojar en el olvido y se desdeña con artera facilidad. Por eso es más probable que surja una banda muy cercana al sonido de, digamos Pulp, que alguna que se cobije bajo la nube de Pixies.
Y por eso es curioso y a la vez gratificante que existan agrupaciones (en este caso escocesas) como Universal Thee, que construyen sus canciones a base del desbarranque y por medio de la distorsión y de cierta garra musical que hiere al tímpano por medio de modulaciones lacerantes. Además, su esqueleto musical posee tuétano del mejor recuerdo del indie alternativo estadounidense (dígase Pavement, Yo La Tengo o Helium).
Ahora bien, el contraste con esta narrativa rasposa lo dan esas vocales de Lisa y James Russell, que son coros modulados en aguda belleza, generando matices coquetos entre la dulzura de las cuerdas femeninas vocales y masculinas.
Aunque su debut Back To Earth (2014) pasó desapercibido para las masas e incluso para internet (es curioso, pero son escasas o nulas las reseñas bien estructuradas de su primer disco; más bien, sólo existen recomendaciones básicas con las comparaciones obvias colocadas por delante), canciones como “Aranis Natas” en un instante pueden hacer que cualquier oído cambie de opinión y preste la más insurrecta de las atenciones.
Por ahora el quinteto está abriéndose paso en territorio británico a base de conciertos en lugares pequeños, y ya finiquitan los pormenores de su segunda placa. Denles un poco de su curiosidad y verán que Universal Thee tiene estrellas de encanto sobre su bóveda sonora.
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