MARÍA MERIOMA
Hace no mucho, de las afueras de la ciudad condal surgió Bastante, un cuarteto que dice andar “a caballo entre el pop más melancólico ochentero y las guitarras pesadas del grunge de los noventa”.
Vienen del underground de Barcelona, ese del que muchos hablan pero pocos han escuchado o saben de él; ese que más bien se ha convertido en una leyenda urbana.
Miquel, Bernat, Albert y Carlos (Bastante) sacaron su primer EP La Sonrisa de Melmoth en 2014; un trabajo autoeditado que les dio buenos comentarios y una repercusión que hizo que poco menos de un año más tarde, en marzo de 2015, lanzaran su largo Verter El Vacío con una gira considerable por la península ibérica y muchos comentarios sobre ellos. Para algunos medios son una de las revelaciones del año, para otros un refrito vuelto a pasar por la sartén.
Lo bueno de Bastante (que para algunos es más bien malo) es que escucharlos puede convertirse en un rompecabezas, en el que comienzas a encajar las piezas dentro de canciones que traen una voz muy de Auserón, seguida de acordes que resuenan a Nudozurdo o escuchar, por momentos, a Second.
En otras palabras: un caleidoscopio de bandas españolas de los ochenta a la fecha, y a través del cual los cristales encajan a la perfección y las figuras proyectan una luz natural de un día nublado. No tienen letras alegres, sino cercanas a cualquier día pero siempre con cuidado en el orden de las palabras.
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