Hay algo que me fascina y eso es descubrir canciones nuevas que me emocionan y me hacen sentir afortunado de estar vivo. Sucede con más frecuencia de lo que lo admito, vamos, pero precisamente por eso toca compartirlo. Me pasó recién con Telim, un grupo joven que, con apenas un puño de canciones originales, van camino a mi estante de cosas importantes. Que sí.
Telim surgió en 2015 en Quito, aunque con la reunión de dos guayaquileños, Arturo Iturralde y Rodolfo Peralta. ¿La idea? “Hacer pop pero con algo más”, dice Arturo, con quien contactamos para saber más del grupo. Y comenzaron a darle, inspirados en Todd Rundgren, Vampire Weekend y La Máquina De Hacer Pájaros. Pero Peralta se fue y, tras varias alineaciones, se unieron a Iturralde (voz, teclados), Martin Cruz (bajo), Juanse Villareal (guitarra) y Carlos Pabón (batería) para formar Telim. ¿Tal vez el grupo nuevo más emocionante de Ecuador?
“El nombre es del perro de un amigo de Guayaquil que siempre puso su casa para las pelis, para beber, para hablar de la vida y pasar el rato”. Gran homenaje, entonces. Y de eso van justamente las canciones de Telim: de ese tipo de búsqueda de sentido y emoción en lo cotidiano de cinco chavales en el siglo XXI urbano latinoamericano.
Telim comenzó donde muchos: en los Beatles. Dice Arturo: “A los 14 años fui a un restaurante temático de los Beatles con mi familia. Yo no tenía idea de quiénes eran. Salí enamorado de su música, de las melodías. Y la comida también estuvo positiva. Llegué a mi casa y bajé como cuarenta canciones en el ahora difunto Ares”.
Por común que sea, no es un mal punto de inicio. Todo lo contrario. Comenzó la curiosidad por la música y los músicos. La trayectoria de todos los Telim es parecida y que se juntaran es más consecuencia que coincidencia: “Comencé a ir a los ensayos de unos amigos del colegio que tenían una banda, Longfellow”, nos cuenta Arturo, y prosigue: “Martín empezó con una banda en su escuela a los 14, La Panga; Carlos era el rey batero de las bandas de los colegios y las quermeses desde los 11 años y su primera banda se llamaba Zaratustra; Juanse empezó a los 13 con una banda que se llamaba Wantan Frito…”
De ahí que Telim suene a grupo experimentado. Y muy libre. Ofensivamente joven. Como debe sonar el pop, pues. “Es la libertad de poder hacer lo que se te dé la gana”, afirma Arturo, enfático, “de saber que todo lo que viene lo creas tú mismo”. Pero no todo es desfachatez, también hay algo de duda necesaria, de sentimiento freak: “La inseguridad puede ser algo bueno también: si estás inseguro tienes más probabilidad de hacer cosas que suenan nuevas”.
Esta inseguridad también puede ser un hándicap. Explica Arturo: “La falta de contactos y difusión es difícil. Y, obviamente, la inseguridad económica también es una preocupación y obstáculo. Creo que el sueño de cualquier persona es poder generar un ingreso constante para poder hacer lo que más le gusta hacer la mayor cantidad de tiempo posible”. Sí, ladies and germs, así se ve el siglo XXI para los creadores. Una razón más para prestar oído, pues esta es música de obcecados y, hasta cierto punto, románticos. Música con agallas… ¡y buena para bailar!
Arturo compone los temas y hace pequeñas maquetas con arreglos esqueléticos de las canciones. “Con esas maquetas planeamos los ensayos y hacemos arreglos entre todos”, detalla. ¿Y qué hay de la grabación de su primer EP, homónimo? “Fue casero, grabado con una interfaz Focusrite. Las baterías las grabamos en la sala de un amigo de Quito, porque tiene un techo y una estructura bellísima para el sonido. El resto de los instrumentos se grabaron entre mi casa en Quito y la de Martín; en mi casa de Guayaquil grabé otras cosas, como un clarinete”. Arturo Iturralde produjo y Daniel Gachet fungió como ingeniero de grabación. Un trabajo en equipo y una labor de amor. Se nota en el resultado.
¿Y qué hay de la escena pop en Ecuador, en Quito? “En general, cada día crece más y eso es bueno”, afirma Arturo. “Pero creemos que hace falta que la escena independiente se haga más amiga de la escena mainstream y viceversa. El día en que los independientes, los académicos y los poperos se aprecien más entre ellos y se escuchen, va a darse un gran paso para la música. Lo bueno es que parece que cada vez sucede más.
También faltan medios que cubran las distintas escenas… ¡y más espacios para tocar, especialmente en Guayaquil!” (Cualquier parecido con la cuestión mexicana… no, no es mera coincidencia).
Por lo pronto, Telim ya promueve su primer material en línea y planean grabar y lanzar más pronto. Y prohibido parar. En estos tiempos y circunstancias, hacer música es imperativo. Y también tocarla en vivo, según Arturo. “Hay que seguir haciendo la mayor cantidad posible de música, llegar a la mayor cantidad de personas. Y hacer un featuring con Las Ketchup, de ser posible”.
Y cuando suceda, ahí estaré para escuchar y menear los huesos. Porque… ¿por qué no? Hay demasiadas cejas alzadas y dedos índices tiesos en este mundo. Los Telim lo saben. Por eso toman sus guitarras y hacen estas canciones (kudos, por cierto, a todas esas referencias visuales a Cosmo Kramer). No sé ustedes, pero yo brindo por ello.
C/S.