PABLO CHILITO
Mi estadía en el periodismo musical se la debo a dos cosas: el álbum debut de Gorillaz, que compré cuando tenía cinco años y me hizo enamorar del rock y sus derivados, y la pequeña escena independiente en la que crecí y comencé a circular desde los doce años.
Dentro de esa pequeña escena, una de las bandas que me hizo darme cuenta de que el trabajo independiente vale la pena fueron los bogotanos Bliss.
En sus inicios, la banda estuvo conformada por Cristian Cifuentes (bajo), Tilo Gómez (batería), Christian Montoya (guitarra, voz) y Jorge Piragua (guitarra), pero hasta hace un año definieron su formación con la integración de Juan Antonio Carulla (Teclados).
Durante los seis años que llevo escuchándolos, la banda siempre ha demostrado que el tiempo puede determinar grandes cambios, como la evolución en el sonido. En sus primeras canciones se podía escuchar la influencia del llamado rock “alternativo” (Nirvana, Radiohead) con guitarras distorsionadas, baterías rápidas y ruidosas, y algo de experimentación sonora que sonaba a noise.
Pero con el paso de los años la banda comenzó a lanzar sencillos en vivo que mostraron una nueva cara y dejó ver un lado más que todo enfocado al rock psicodélico, con influencias de grupos como Tame Impala, y shoegaze influenciado por grupos como My Bloody Valentine.
Actualmente la banda cuenta con un EP llamado Scary Shadows, del que se desprenden “Maximum Pressure” y “Aquamarine Dreams”, dos de sus canciones más conocidas.
En este disco se pueden escuchar los dos polos de la banda: el alternativo y el psicodélico; pero también la experimentación sonora y las canciones que en vivo son contundentes. Como en su EP, en sus shows también encontramos distintas texturas, matices y sonidos que van más allá de su música.
Actualmente la banda se encuentra trabajando en su primer álbum Deimos, del que se desprende el sencillo “Chromatic Inside”, que ya se puede escuchar acá.
Bliss es música que traspasa lo auditivo y que juega con los sentidos.