NICO GONZALEZ
Creo que a estas alturas del partido podríamos estar todos de acuerdo en que no hay canción más pop que la del Super Mario Bros. Me refiero a la clásica “Overworld”, esa joya compuesta en 1985 por Kōji Kondō a pedido de Nintendo, que treinta años después un incomprobable “estudio” indica que es reconocida por dos tercios de la población mundial. Cierto o no, deben ser muy pocos los menores de 40 y mayores de 20 que no reconozcan la melodía antes de los primeros cinco segundos.
En ese sentido, la música de videojuegos ha impactado profundamente en nuestra generación. Más allá del aspecto obvio de habernos expuesto a miles de horas a la misma cancioncita intentando salvar a la princesa, hay un impacto estético en el que se cruzan no sólo los videogames, sino también el software y una inquebrantable voluntad por compartir información.
Co Mu – KO Computer
En Argentina, el colectivo Blipblop levanta las banderas del chiptune, comúnmente conocida como “música de videojuegos”, aunque en realidad lo que hacen, desde mi perspectiva, es crackear. Darle usos no pensados a herramientas ya existentes, como un Gameboy o una PSP, y hacer canciones con eso. No es “música de videojuegos”, es pop hecho con instrumentos que originalmente no fueron instrumentos.
Posiblemente la ‘demoscene’ de finales de los ochenta haya sido el germen tanto del concepto de netlabel, los lanzamientos virtuales y la filosofía del copyleft, como de esta nueva movida que está acercando al público más “masivo” lo que antes pertenecía a una subcultura informática.
Pavlov, a.k.a. Co Mu, y miembro del colectivo Blipblop nos explica: “La demoscene es la escena de demos audiovisuales de finales de los ochentas y principios de los noventas. Demos programadas en Amiga500, C64 y otras computadoras de la época. De ahí sale la idea de un programa para hacer música para ese tipo de presentaciones, que estaba mucho más cercano al código de programación que a la notación musical tradicional. Esas herramientas para programar música para demos son los trackers, y son las que ahora usamos en Gameboys, Commodore64, NES o PSP”.
Desde 2010 Blipblop opera como colectivo artístico, pero también como un centro de difusión de contenido e información relacionada tanto con la música como con la fabricación de videojuegos, hacktivismo, y demás temas de interés para su comunidad.
En su faceta de netlabel, Blipblop ha editado material de Rrayen, Co Mu y Los Pat Moritas, además de haber realizado talleres y varias ediciones de la Fiesta Blipblop: alucinante evento en el que se pueden disfrutar en vivo tanto artistas propios de Blipblop, como otros proyectos también dedicados o relacionados a esto que Malcom McLaren llamó en su momento “el primer folklore digital”.
En cuanto a posicionamiento y referencias, Blipblop es el representante argentino de una escena global que siempre fue mayormente online, pero que hoy se anima a ocuparle (y hasta ganarle) escenarios al rock y al pop, y que posee exponentes lógicos en Estados Unidos, como 8bitpeoples, pero que viene sumando colectivos y sellos como Chipanze (Brasil), Lowtoy (España), Chiplote (México) y la 8bitArmy de Bolivia.
Si bien la idea de la movida chiptune es que las personas que están detrás de los proyectos no se conviertan en una mercancía más, como suele suceder en el pop y el rock, existen casos donde el carisma de quien lleva adelante el proyecto trasciende incluso esta idea. Un ejemplo de esto es Naku Berneri, alma mater de Los Pat Moritas. Este es su último lanzamiento; vía Blipblop, claro; y se llama Cumbia, Amor y Game Boy.
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