Juan Pablo:
Leí tu nota titulada “La generación Zoé”, en la que argumentas que el desinterés de los jóvenes por su entorno está relacionado con el desinterés de los grupos mexicanos de rock.
Sí y no. En todo caso, te equivocaste de destinatario. ¿O tú crees que los grupos mexicanos de rock están obligados a estar politizados y a plasmar su postura en sus discos? ¿No crees que suficientes pendientes tienen con ser tan poco originales, con tener vocalistas tan pésimos y letristas tan pobres, como para que ahora les endilguemos la apatía de toda una generación?
¿En verdad te parece que Real de Catorce o Alejandro Lora son ejemplos a seguir en la actualidad? Porque lo crítico o politizado no quitan lo arcaico o limitado artísticamente. Mencionas como ejemplos de conciencia social a Botellita de Jerez, quienes en su momento jugaron el juego de medios como Televisa o la revista Eres, igual que Café Tacvba y Control Machete.
Juan Pablo, seguro que tu intención era buena, pero aseguras que “con un país convertido en un cementerio, los grupos de rock reflejan una nación de cuentos de hadas”. Si buscabas grupos que respaldaran tu hipótesis seguro que los encontraste, aunque sabes que también había suficientes para demostrar lo contrario. Cualquier hipótesis se puede “comprobar” mostrando lo que sirve y ocultando lo que no.
Y afirmas que “en 1997 las disqueras, espantadas, censuraron al grupo Molotov”. ¿Qué no ha editado el grupo todos sus discos en la trasnacional Universal Music?
Por cierto, el abstencionismo sí está a la alza, pero tampoco es culpa del ya de por sí desprestigiado rock mexicano, si no de los propios políticos, de los maestros, del sistema que todos hemos construido si quieres… Pero no le colguemos al rock mexicano más milagritos, porque ni con los propios puede. ¡Un abrazo!
Alex Castro
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